domingo, 12 de diciembre de 2010

Práctica de desapego

   Desapego. La palabra me la encuentro por todas partes en frases de célebres citadas por amigos, en libros, en tarjetas buscadas azarosamente. Apenas en el taller que tuve el sábado 4 de diciembre, el guía me dijo tras una meditación: ¿cuántas muertes necesitas para desprenderte de lo que tienes que dejar ir? 
   La tarjeta dice: Practica el desapego... 
  En mis sueños mi hermano de espíritu me decía: Una puerta se cierra, pero muchas se abren. (los dos llorábamos).
  Desapego, desapego, desapego. ¿Y si me rapo? Dos días después, en el ritual de bendiciones y purificación (bautizo católico ortodoxo) le cortaron un mechón a la bebé como su primer sacrificio. Abro mi buzón electrónico y leo la invitación: Donación de trenzas para hacer pelucas para niñas que han perdido su cabello por las quimioterapias. 
   Mi cabello tardó cinco años en crecerme, mi madre dice que soy como Sanzón, sin mi cabello pierdo la fuerza de mi encanto. A los 16 años me rapé por rebeldía. ¿Lo haré ahora? No lo pensé. Que mejor que practicar el desapego con algo que me encanta de mí. 
    El viernes 10 de diciembre de 2010: Adiós cabello.
   Con el nuevo corte mi cabello llegó en algunas partes abajo de las orejas. Las señoras con las que me topaba en mi camino para regresar a casa, me decían que había quedado bella. Me miré en el espejo, a mi vanidad le fascinaba. Al otro día lo corté más. Mi belleza debe venir de adentro, sentí. Ahora sonrío.

   Desapego. ¿Dejaré ir eso que tanto deseo y quiero, eso que tanto me gusta, eso a lo que amo? Y entonces llega a mi buzón la frase de la semana de una amiga: 

"El amor puro no está mezclado con el apego y nace del deseo de que los demás sean felices; nunca causa problemas, sólo proporciona paz y felicidad tanto a nosotros mismos como a los demás. Para eliminar nuestro apego, no es necesario que abandonemos nuestras relaciones, sino aprender a distinguirlo del amor, e ir reduciéndolo hasta que nuestro amor sea puro"
Gueshe Kelsang Gyatso