lunes, 22 de noviembre de 2010

La muerte de Conchita

   Había ido a visitar a mi abuela materna, había mucha luz que bajaba del cielo, nubes que parecían pantallas de un gran foco. La calle vacía, pero se sentía la presencia de la gente, algunos adornos como de una fiesta importante. En la entrada de la casa de mi abuela estaba Jesucristo con su túnica blanca, mucha luz a su alrededor, y me decía:

- Va a elevarse al Cielo.

   Miraba a un lado y un rayo amplio, muy bien delineado, a un costado de él y de mí, subía mi mirada y veía a mi amada abuela elevarse en esa línea de luz.

   Después toda la familia, primos, tíos, nietos navegábamos en un barco bajo una lluvia que parecía ligera pero tupida, un cielo nublado pero luminoso y sobre un mar bastante movido. Algunos se cubrían con impermeables. Todos tristes, no veíamos cual era el destino del barco, simplemente navegábamos. Desperté.


   Meses, muy poco meses después mi abuelita murió en su casa. Sentí por primera vez el frío y la rigidez de los muertos en ese cuerpo que abandonó. Por primera vez me despedí de alguien a quien amaba.
Su partida dolió bastante. En su entierro su familia, sus amigos, el de la tintorería, el del pan, el de la tienda, los vecinos, decenas y decenas de personas que sentimos admiración por ella.